1 de febrero de 2010

Once upon a time...

Estudiar me agota. Son tantos los conceptos que hay que memorizar y asimilar para desarrollar después que, a veces, no sé dónde tengo la cabeza. Por esta razón, aunque tenga poco tiempo, me gusta evadirme en mi adorado mundo de la lectura; y es que una buena lectura hace que te relajes y explores mundos que nunca creíste conocer ^^. Muchos son los libros que he leído últimamente y, por ello, pasaría muchas horas escribiendo opiniones personales de cada uno de ellos. Por eso, he pensado que, de vez en cuando, iré escribiendo críticas y opiniones a esos libros que han obtenido mi atención durante un tiempo determinado. Así es como hoy empezaré con uno de mis libros favoritos: La ladrona de libros.

Escrito por Markus Zusak, autor australiano famoso por, además de esta, su otra novela "I am the messenger", la historia transcurre en la Alemania nazi. Narrada desde la perspectiva de la misma Muerte, el libro nos presenta las vivencias de una joven de nueve años, llamada Liesel Mimenger, que, tras perder a sus padres, es adoptada por la familia alemana Hubermann. La narración de la novela, de fácil lectura, y la manera de entrelazar los detalles de la historia hacen de este libro, en mi opinión, una obra maestra que no quiera dejarse de leer en ningún instante.

La verdad es que hace dos años que la leí y, aunque no recuerdo ciertos aspectos de la misma, no he podido olvidarme del sentimiento que despertó en mí, haciéndome consciente y envolviéndome en una situación que, por suerte, no he conocido de primera mano. A medida que la novela se desarrollaba, aunque no adivinaba muy bien como podría finalizar, no quería llegar al final del libro, no quería que se terminase porque esa historia, tan detallada y emotiva, no se merecía ser jamás dejada. Finalmente, la novela termina con un triste final que ni mucho menos hace que decaiga la calidad del libro. Es una de esas novelas que merece la pena leer.

Aquí os dejo un pequeño extracto de la novela:

Había una vez un hombre bajito y extraño que decidió tres cosas importantes acerca de su vida:
1. Que se haría la raya del pelo en el lado contrario a todos los demás.
2. Que se dejaría un pequeño y extraño bigote.
3. Que un día dominaría el mundo.

El joven deambuló mucho tiempo, pensando, planeando y calculando exactamente, cómo someter al mundo. Entonces, un día se le ocurrió el plan perfecto. Había visto a una madre paseando con su hijo. En cierto momento, la madre regañó al pequeño hasta que, al final, este se echó a llorar. Al cabo de un rato, la madre le habló con cariño, y el niño se calmó e incluso sonrió.
El joven corrió hacia la madre y la abrazó.
-¡Palabras!
Sonrió de oreja a oreja.
-¿Qué?
Pero el hombre no contestó. Ya se había ido.

Sí, el Führer decidió que sometería al mundo con palabras. Nunca dispararé un arma, fantaseaba, no tendré que hacerlo. Sin embargo, no era un temerario. Concedámosle eso al menos. Su primera plan de ataque consistió en plantar las palabras en su tierra natal, allí donde le fuera posible
Las plantó día y noche y las cultivó.
Las vio crecer hasta que, al final, grandes bosques de palabras cubrieron toda Alemania.. Era una nación de ideas cultivadas en un criadero.

Mientras las palabras crecían, nuestro joven Führer también plantó semillas para que brotaran símbolos, y estos prendieron tan bien que poco les faltaba para florecer. Había llegado el momento. El Führer estaba preparado.
Invitó a su pueblo al corazón del magnífico bosque, seduciéndolo con las palabras más terribles e inquietantes, recolectadas con cuidado. Y la gente acudió.

Subieron a una cinta transportadora y pasaron por una máquina que en diez minutos les proporcionó toda una vida. Les implantaron palabras. El tiempo dejó de existir, y ahora todos sabían lo único que necesitaban saber. Estaban hipnotizados...

Para más info sobre el autor y la novela cliká aquí.

Todos los derechos reservados a Markus Zusak©

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